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¿Cómo ayudar a mi hijo con TDAH?

niño teniendo descuido

Si existe un diagnóstico en la infancia y adolescencia que ha adquirido toda la atención familiar, social y mediática desde hace ya algunos años, éste es el de Trastorno por Déficit de Atención (TDA) y Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH).

El término TDA ha quedado un poco obsoleto, con lo que acostumbrarás a oír de forma general TDAH debido a la similitud de sus rasgos. Por el motivo que nos ocupa en este artículo de contenido divulgativo, vamos a hablar del TDAH de la misma forma: amplia, general e integradora. Sólo en momentos concretos y cuando sea importante, distinguiremos características entre el TDAH de tipo Hiperactivo y el TDAH de tipo Inatento.

Sea cual sea el acercamiento teórico que hagamos al respecto o que te encuentres en otros medios, publicaciones o charlas informales, todos son útiles siempre y cuando veamos al niño/adolescente como una persona con determinadas conductas y formas de proceder disfuncional y, por ende, digno de “empaparse” de nuevas formas. Siempre y cuando veamos a personas con capacidad de desarrollar nuevas estrategias y formas con las que relacionarse con el entorno, sus demandas y, por qué no decirlo, con la propia etiqueta diagnóstica; y no como una etiqueta o trastorno ante el que resignarse y mediante el cual boicotear el desarrollo normativo de cualquier menor.

¿Qué es el TDAH?

niño distraido

Para poder ayudar a un niño/a, bien sea tu familiar directo, vecino o alumno, debemos conocer unos aspectos básicos del TDAH que nos ayude a entenderlo y gestionarlo de la mejor forma posible: humana, cercana y lo menos estandarizada que podamos.

El TDAH se trata de un trastorno del neurodesarrollo, es decir, con base neurológica y que puede afectar la adquisición, retención o aplicación de habilidades específicas o conjuntos de información. En otras palabras, a pesar de desarrollarse bajo determinadas características fisiológicas fuera de nuestro alcance, las consecuencias son totalmente operativizables, observables y gestionables.

Los síntomas nucleares del TDAH radican en la dificultad para prestar atención, la impulsividad y la hiperactividad.

De forma más concreta: El TDAH de tipo Hiperactivo y las dificultades atencionales que conlleva dependen de la dificultad para mantener el foco atencional en determinado estímulo, y su agitación motora es excesiva; mientras que el de tipo Inatento radica en la propia eficacia atencional, no dándose en este caso la hiperactivación motora.

Síntomas, ¿cómo podemos reconocerlo?

niño aburrido haciendo deberes

Si hablamos del TDAH de tipo Inatento, observamos niños y adolescentes a los que les cuesta acabar las tareas que empiezan distrayéndose con cualquier cosa, que cometen muchos errores en su ejecución, les cuesta centrarse incluso en las tareas más apetecibles como pueden ser los juegos, parecen estar “en su mundo” y no escuchar. La organización suele a ser caótica o brillar por su ausencia, e incluso tienden a “perderlo todo»: juguetes, prendas de ropa, material escolar…

Sin embargo, si hablamos del tipo Hiperactivo nos encontramos con niños y niñas en constante movimiento (de ellos en su integridad levantándose constantemente, correteando…o de partes de su cuerpo: las manos, las piernas…). Tienen verdaderas dificultades para adherirse a actividades tranquilas, hablan mucho, rápido y en ocasiones parece que de forma desorganizada. Tienden también a precipitarse a responder y, al interactuar en grupo, dificultades para esperar los turnos, interrumpiendo a otros y sin mantenerse en una escucha activa.

De forma general empieza a parecer evidente que la mayor repercusión de este diagnóstico no sólo está en lo académico, sino que también influye sobremanera en la creación y mantenimiento de relaciones sociales, así como el estilo de interacción que se consolida en las mismas y con familiares (padres, hermanos, tíos…).

¿Qué repercusión tiene a nivel académico?

En lo estrictamente académico, entendiéndolo como la repercusión en su propio aprendizaje y el proceso para que se dé el mismo, los síntomas descritos arriba concluyen en:

  • Trastornos del aprendizaje
  • Dificultades en la lectura: una mala comprensión de textos que, de la mano, conlleva una desmotivación por la misma
  • Dificultades en la escritura: derivada de la carencia existente además en la lectura, y añadiendo una caligrafía descuidada, desorganizada, y una ortografía con numerosos errores, una tasa muy por encima de la esperada con respecto a su grupo de referencia
  • Dificultades en áreas concretas como las matemáticas y el cálculo que necesitan de una comprensión lectora y una organizada estructura para la correcta ejecución

De todo lo anterior se extrae una sensación de llegar siempre “por los pelos” en la adquisición de los conocimientos que imparten en clase, y de llegar a duras penas por más horas, recursos y esfuerzo que se invierta, o incluso de no llegar.

El momento de hacer la tarea en casa acaba por ser un espacio temido y condicionado por todo el sistema familiar de forma muy desagradable: momento de tensión, de conflictos, de perder los nervios, de frustración, de lágrimas…

¿Y a nivel social y de relación familiar?

Igual que anteriormente hemos acotado al área académica a lo que tiene que ver exclusivamente con la adquisición de conocimientos y los momentos para ello, incluimos aquí las relaciones que se establecen con otros (compañeros y profesorado) también en el contexto escolar además de las relaciones sociales y familiares extraescolares. Las consecuencias vinculares en un niño o niña con TDAH son:

  • Suelen estar, de forma directa o indirecta, en todos los conflictos
  • Son frecuentemente señalados por los demás, en multitud de ocasiones porque han formado parte; y en otras muchas ocasiones por la inercia a que siempre tengan algo que ver
  • Están eternamente castigados, no salen de un castigo cuando entran en otro
  • Les gusta llevar la voz cantante en la organización de los juegos, lo que en ocasiones conlleva problemas con otros niños
  • Se saltan las normas y les cuesta respetar el transcurso natural y el ritmo de un juego o actividad concreta, por lo que a veces les dejan fuera
  • Su material y sus pertenencias suelen estar por todos lados excepto en su sitio, muy descuidadas y rotas. De la misma forma, el material de otros que llega a sus manos. El compartir con ellos comienza a ser menos frecuente que con el resto de niños
  • Se olvidan de eventos o tareas importantes (desde las más aburridas como un examen o los deberes, hasta las más atractivas como dar la autorización para la mejor excursión del año) perdiéndose momentos importantes en la socialización
  • Tienden a «chinchar» mucho a los demás, es mera búsqueda de atención y entretenimiento y les cuesta encontrar el límite o el momento de “me estoy pasando

Aun sin habernos detenido en profundidad en un análisis clínico de dicho diagnóstico y los subtipos, ya resulta obvio que tales formas de interacción no pasan desapercibidas ni en ellos ni en los que les rodean.

¿Qué impacto tiene todo esto en el niño o la niña con TDAH?Consecuencias nucleares, para la propia identidad.

Todo lo anterior confluye y acaba generando una serie de consecuencias en el y en la menor que definen su propia identidad: la forma de percibirse a sí mismo, la forma de percibirse a sí mismo en relación a los demás y la forma de percibirse a sí mismo en la resolución y ejecución de aspectos prácticos.

Normalmente tendemos a sentir que estos niños y niñas llevan una vida tan agitada y “rebelde” que nada pasa factura emocional en ellos, que tan sólo están preocupados en divertirse y que todo lo demás les da exactamente igual.

Estamos equivocados.

Efectivamente, le dan mucha importancia a divertirse y a probabilizar tiempos de placer, de amigos y juego. Pero no más que otro niño. De hecho esto es lo normal en cualquier niño, su mundo se sostiene en el juego y las conexiones agradables con figuras cercanas y confiables. La diferencia es que estos niños y niñas no tienen los recursos necesarios o suficientemente entrenados de forma natural para postponer dichas necesidades reforzantes o incluirlas en una rutina con otra serie de demandas.

De esta forma, son igual que los demás en lo que respecta a obligaciones, necesidades y rutinas, pero se sienten muy diferentes y frustrados por la sobre atención que sus conductas acaban generando. Una sobre atención en forma, principalmente, de control, de avisos de “por dónde no ir” y de riñas y castigos. Una sobre atención envuelta en miradas de tensión, agotamiento y frustración.

Como cualquier niño, son verdaderas esponjas emocionales: no hay niño al que se le escape el ambiente que le rodea. E igual de cierto es que, como adulto, es muy complicado acompañar y sostener tal ritmo y características (el TDAH) sin que las emociones de agotamiento, frustración e ira se hagan con los mandos. No siempre se puede llegar al acompañamiento de las personitas a las que más se quiere con la capacidad, energía y paciencia intacta. Más bien, se expone uno a estas personitas cuando ya ha sacado adelante todo un día de gestión de trabajo, demandas y estresores.

De toda esta combinación, “los posos” en su autoconcepto y posterior autoestima son claros. Desean hacer las cosas bien, desean conectar con otros niños, que cuenten con ellos, desean pasar buenos ratos con sus padres y hermanos, pero no tienen ni idea de cómo hacerlo. O, pueden tener una idea teórica muy clara pero su mente, la dispersión, su cuerpo y la excesiva agitación interna les hace imposible cumplirla. Y ante las riñas, los límites y la tensión externa, reaccionan de nuevo bajo las mismas estrategias existentes y poco útiles: explosiones, cabezonería, conductas desafiantes

Aprovechamos este momento para hacer una breve anotación: tras una sintomatología importante y cronificada de TDAH sin el suficiente entrenamiento, el desarrollo a la adolescencia y adultez temprana puede derivar en otras problemáticas como el Trastorno Negativista Desafiante, explosiones de ira y/o rasgos antisociales.

¿Podemos desde casa, en su entorno más personal y privado, ayudarles?

Sí, la respuesta a esta pregunta siempre será así hablemos de la problemática que hablemos. A pesar de las limitaciones que cada caso o contenido en concreto puede traer y que, obviamente, requerirá de la ayuda profesional externa oportuna, desde casa se ofrece el colchón sostenedor principal.

Que los menores sientan que lo que les ocurre tiene nombre, existe y no habla de ellos en su totalidad si no de una parte de ellos, es fundamental. También les ocurre a muchos más niños e incluso adultos, y es más pequeño que ellos con lo que, a parte de nombre, ¡tiene opciones!. Ellos mandarán sobre los síntomas del TDAH y no a la inversa, el TDAH no se hará con el control de sus vidas.

Expresarles que a veces será complicado para todos también es importante. Que estén preparados para, durante el entrenamiento en nuevas formas, recursos y gestión, en las posibles consecuencias y respuestas emocionales que esto pueda conllevar. Perder la paciencia, enfadarse, pedirles un poco de espacio, no seguir el ritmo, e incluso gritar.

¡Ojo! Que conozcan esto de antemano y sea entendible por todos, no lo justifica. Si esto ocurre, será de responsabilidad adulta reparar el posible daño que se haya causado aun sin intención de que así fuera: “Cariño, antes haciendo los deberes me puse muy nervioso porque yo también quiero ayudarte lo mejor que puedo y que los acabes y disfrutes antes de que se haga de noche. Pero no debí gritarte. Sé que estás haciéndolo lo mejor que puedes y te quiero pedir perdón. Yo también seguiré entrenándome para que juntos aprendamos a hacerlo mejor”

Entre los aspectos más prácticos, es de gran ayuda:

  • Supervisión constante desde el acompañamiento o disponibilidad, no desde el control. Y como medio de prevención de situaciones que sabemos pueden derivar en problema
  • Que sepan de forma operativizada y clara qué se espera de ellos en cada tarea o situación. Siendo objetivos concisos, pocos (paulatinamente se incrementarán) y asequibles bajo el umbral del que partimos en ese preciso momento
  • Reforzar cada pequeño logro o aproximación al logro, de forma sincera y verdadera
  • Los refuerzos pueden ser sociales (muestras de afecto, palabras bonitas…), en forma de privilegios o premios materiales, depositando siempre mayor peso en los primeros
  • No estar en hiperalerta a las conductas que ejecutan mal, ojo con mantener el patrón de riña constante. Usaremos principalmente la estrategia de extinción (hacer como que tal conducta no ha existido) siempre y cuando ésta no sea grave o ponga en peligro al niño u otros
  • Esclarecimiento de normas y límites claros y el motivo de los mismos, así como se pautará la consecuencia de su consecución o no de antemano
  • Trabajar en un entorno lo más organizado y libre de distractores posibles
  • Estrategias de organización claras: tiempos preestablecidos, horario con diferentes colores, señal auditiva de cambio de tarea…
  • Estrategias concretas para momentos de lectura y escritura como puede ser: rodear cada palabra que indique una acción que ellos tienen que llevar a cabo; estructurar la lectura en partes cortas, con estímulos visuales atractivos…
  • Estrategias concretas para el trabajo con los números (pintar los signos siempre d ellos mismos colores, entrenamiento en autoinstrucciones …)

¿Y a nivel profesional?

Si tu hijo ya tiene tal etiqueta por parte de alguna institución, o sientes que algunos de los ejemplos le representan y dan sentido a determinadas vivencias, el trabajo psicológico no sólo será favorecedor si no que se puede convertir en algo fundamental.

Nuestro asesoramiento y siempre que el caso así lo permita, es adherirse unos meses a un trabajo psicológico de adquisición de nuevos recursos, así como entrenamiento y fortalecimiento de recursos existentes antes que cualquier tipo de ayuda farmacológica. 

El TDAH es algo que acompañará al menor de por vida, millones de adultos tienen este trastorno y llevan vidas completamente normativas y exitosas sin necesidad de medicación.

Poder acompañarlos en los estadios iniciales favorecerá no sólo una pronta relación saludable con la etiqueta, si no la prevención de posibles consecuencias y el desarrollo de una identidad y autoestima saludable para el menor y futuro adulto.

Debemos guardar mucha cautela a la hora de medicar. El mensaje en concreto que puede llegarle al niño es “no hay salida, esto es más grande y fuerte que yo y lo único que puede hacer algo es la pastilla”, con el consiguiente auto abandono a los síntomas y posible adicción futura a reguladores externos (medicación) con una más que evidente sensación de fracaso o ineficacia propia.

La Terapia Cognitivo Conductual es la más exitosa para el abordaje del TDAH, con numerosos estudios que avalan su eficacia en cuestión de meses.

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Tags: SaveaPsicologia

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