No hay comentarios

Cómo ayudar a mi hijo a superar el bullying

adolescente acoso cibernetico

A todas las personas con un grado de sensibilidad especial, o muy conectados con las propias emociones y las emociones del otro, hay algo que posiblemente nos haya impactado en lo más profundo desde bien pequeños. Se trata del acoso escolar, del bullying.

A lo largo de este blog, utilizaré indiscriminadamente ambos conceptos como sinónimos. La cuestión es que el acoso escolar, el acoso entre iguales, se ha venido dando toda la vida (me encantaría pensar que en algún momento podremos dejar de decir esta frase), con la diferencia de que, por suerte, hoy tiene nombre propio: bullying.

Considero que la forma más útil de hacernos conectar y, por ello, actuar, va de la mano de ser lo más realistas posibles. Con mi mayor deseo de no herir sensibilidades por lo conectado que puedas estar a este tema de las diferentes formas o perspectivas de vivirlo posibles, hablaré con la mayor objetividad del asunto. Si bien es cierto que profundizando lo que un blog permite y tratándolo de la forma más universal y general, con los denominadores comunes de todos los casos.

¿Qué es el bullying?

niños haciendo bullyng

Cómo he indicado ya, el bullying es un tipo de maltrato, un tipo de acoso que se produce desde el propio contexto de iguales. En dicho acoso se incluye violencia verbal, hostilidad, violencia física o violencia desde la indiferencia. En todas sus vertientes se encuentra un abuso de poder. Cuando hablamos de contexto de iguales, nos referimos a un grupo poblacional en una franja de edad similar a la persona que lo sufre, a la víctima.

Normalmente el bullying se acota al contexto escolar pues es el lugar en el que más se probabiliza que éste se dé por las horas que obligatoriamente se comparte con chicos y chicas que no han sido “elegidos”, con chicos y chicas con el mismo objetivo de aprender y sacar adelante la etapa escolar, pero con numerosas diferencias personales: valores, familia de origen, nivel socio económico, aprendizajes de relación…. Pero el colegio o instituto no es el único espacio en el que se da el bullying: una actividad extraescolar ajena a dicha institución, un equipo deportivo, un hobbie o el propio parque o sala recreativa son contextos donde el bullying se mantiene y cronifica.

Para que podamos acogernos a dicha palabra y al peso que tiene emocionalmente hablando (que es mucho, diría que más del que nos gusta darle por propia protección incluso) han de darse una serie de criterios:

  • Existencia de uno o varios abusadores
  • Existencia de una víctima (a veces un grupo minoritario)
  • Abuso de poder
  • Que se dé con una frecuencia sistemática
  • Existencia de un grupo de observadores, no son verdugos ni víctimas
  • Existencia de malestar por parte de una o varias personas

A mi propio juicio y, siendo honesta, conectada a las propias vivencias personales a lo largo de mi vida (hablar de forma completamente despersonalizada es prácticamente imposible) así como a mi experiencia clínica y conexión a decenas de vivencias de otros adultos que en su momento fueron niños, y de otros niños y adolescentes, el último ítem es criterio más que suficiente para prestar atención

¿No es el malestar, nerviosismo e introversión asociada al miedo un motivo lo suficientemente importante como para explorar si algo pudiera estar ocurriendo?

Perfiles de los implicados

niño aislado colegio

No estoy segura de que hablar de “perfil de abusador” o “perfil de víctima” sea lo más adecuado. Como nos ocurre con cientos de etiquetas emocionales o de salud mental diferentes, encasillar a una persona como un conjunto de síntomas es irrespetuoso e inútil, en muchas ocasiones se les deja completamente sin armas.

Sin embargo, considero importante conocer una serie de aspectos que, relacionados entre sí, podrían darse o tienden a correlacionar con mayor frecuencia en los participantes de una dinámica de relación maltratante con el objetivo único de este blog: actuar, ponernos en marcha.

Entre las posibles características que puede tener una persona que abusa de otros, del acosador, se encuentran:

  • Baja autoestima enmascarada en una seguridad extrema o en un aparente amor propio exagerado
  • Baja tolerancia a la frustración, a fallar o a no ser el o la mejor y primero en aquello en lo que esté inmerso
  • Necesidad de admiración y respeto explícito y evidente
  • Impulsividad y dificultad para controlar los impulsos
  • Miedo al daño, al rechazo, al abandono. Miedo encubierto en ira
  • Habilidades de seducción social, de tratar y llevar a los otros una dirección concreta que atiende a las propias necesidades
  • Existencia de agresividad, violencia y/o dominancia en mi contexto más cercano (vecinal, familiar…)

En lo que respecta a la persona abusada o víctima, algunas de las características que pueden definirle son:

  • Baja autoestima explícita, mostrándose vulnerables
  • Pocas habilidades sociales, de interacción
  • Repertorio de habilidades sociales superficiales oportuno, pero dificultades y pocos recursos en habilidades y estrategias de gestión ante el conflicto o la ira
  • Dificultad para exponer, atender o velar por las propias necesidades
  • Tendencia a mantener un papel secundario en sus relaciones, incluso en aquellas relaciones de amistad saludable
  • Introversión, menores pasivos y muy frecuentemente inundados por la vergüenza y el deseo de “no molestar”

A pesar de que estas son algunas de las características que habitualmente observamos en personas que sufren acoso, existen niños y adolescentes viviendo dicho rol que pasan desapercibidos por no cumplir “el patrón habitual”. En este cajón encontramos a menores que viven las interacciones sociales bajo las características de la persona abusada, pero que se relacionan tratando de salir de ahí bajo las características de la persona que abusa. Es decir: menores que sobrecompensan en exceso (de nuevo conectado a un nulo repertorio en respuestas asertivas y de pedir ayuda) y se relacionan con sus abusadores y otros niños y niñas desde conductas que podemos considerar hostiles: chinchando en exceso, amenazando, metiéndose en broncas constantemente…

Quizás en ocasiones son niños y niñas que, cansados de sentirse sometidos, consideran que la única alternativa es someter. Pero esta elección no les hace sentir bien, es pura supervivencia.

Finalmente, en el grupo más desatendido de la dinámica y relación de maltrato están los espectadores. Se trata de aquellas personas que se mantienen al margen en tanto que no sufren el daño ni lo emiten directamente. Sin embargo, son aquellos que de forma indirecta colaboran con el maltrato y favorecen el hacerlo posible al no denunciarlo a padres, equipo docente o adulto responsable. Podemos distinguir entre:

  • observadores activos: los que animan, ríen y refuerzan al agresor. Aquellos que hoy en día sostienen el móvil y graban los escenarios más escalofriantes, aquellos que comparten el contenido y “se divierten” con el mismo
  • observadores pasivos: los que conocen lo que ocurre, lo evitan y tratan de no saber más, no reproducen ni comparten el contenido, pero tampoco se activan en la demanda de ayuda e intervención de los adultos e instituciones pertinentes. Estos suelen sufrir con lo que ocurre y tienen miedo, emoción que les mantiene inmóviles.

Consecuencias del abuso o maltrato infantil

A pesar de ser el bullying un tipo concreto de maltrato infantil o adolescente por el momento evolutivo en el que se sufre, no es lo mismo las consecuencías de un maltrato entre iguales, que de un maltrato paterno o materno, u otro tipo de abuso como puede ser el sexual.

En esta publicación hablamos única y exclusivamente de las consecuencias que el maltrato entre iguales puede conllevar, sin incluir el abuso sexual que también es un tipo de maltrato, también se da entre iguales, también se da en la franja de edad que nos ocupa y también puede ser parte de las conductas de bullying. Cuya repercusión es tal que lo abordaremos en el futuro de forma específica.

Al hablar de consecuencias y, como es habitual, debemos diferenciar entre las que se dan inmediatamente al abuso (a corto y medio plazo) y las que se dan años después, incluso cuando ya se es adulto (a largo plazo):

Consecuencias inmediatas del bullying:

  • Tristeza e irascibilidad
  • Alteración del apetito y el sueño
  • Retraimiento social e incluso familiar cada vez más marcado
  • Evitación de entornos o actividades sociales ociosas
  • Aislamiento
  • Uso o abuso creciente de distractores en formato digital: detrás de una pantalla
  • Descenso en el nivel académico incluso fracaso y abandono escolar
  • Autolesiones como vía disfuncional de gestión del malestar
  • Autolesiones como vía de acabar con todo, pensamientos y conducta suicida

Consecuencias a largo plazo del bullying, en el futuro adulto:

  • Síntomas depresivos que no parecen coherentes a las variables vitales que le rodean en la actualidad
  • Malestar y ansiedad social
  • Elecciones asociadas a la evitación de contacto social no obligatorio
  • Tendencia al aislamiento y soledad
  • Rigidez en las interacciones
  • Tendencia a establecer relaciones de pareja bajo patrones desequilibrados y de dominio: en ocasiones cronificando el rol de víctima vivido anteriormente, y en ocasiones convirtiéndose en la persona abusadora y maltratadora
  • Mayor probabilidad que en otro tipo de historia de aprendizaje a sufrir dinámicas de mobbing (acoso laboral) o violencia de género y/o violencia en la pareja, violencia intrafamiliar…

¿Es apropiado hablar de las causas de sufrir o ejercer bullying?

Es tan apropiado y necesario como incómodo.

Al igual que un porcentaje altísimo de vivencias conectadas al bienestar emocional y a los conceptos salud o trastornos psicológicos: lo que hoy somos, sentimos, hacemos, vivimos y nos exponemos a vivir está directamente relacionado con el contexto, se trata de un aprendizaje vital.

Hablamos de contexto para referirnos al inmediato y en los primeros años de vida (primera infancia y adolescencia), incluyendo de esta forma a mi propia comunidad social y a mi familia o personas con y las que me han criado. Es ahí donde podemos encontrar las primeras referencias y de más peso en cuanto a los modos o formas de relacionarme con los otros y conmigo mismo.

Y la relación es clara: si vivo en un contexto familiar o comunitario donde la supervivencia, la tensión, la agresividad y la hostilidad está a la orden del día de forma más encubierta como puede ser violencia en la pareja y violencia de género en la más profunda intimidad, con un yo y vida pública totalmente normalizada; o de forma más evidente como barrios marginales o con alto consumo de sustancias, el aprendizaje será:

“O pisas, o te pisan”

Un aprendizaje completamente alejado de las interacciones sociales sanas, donde vemos extremos polarizados: sumisión o dominancia, y nula acogida a conceptos intermedios como: asertividad, responsabilidad afectiva, tolerancia o empatía.

Estos contextos pueden ser cambiantes y, por ello, no son determinantes y definitorios. A medida que mis contextos van siendo menos hostiles (privada o públicamente) y empiezan a formar parte de mi vida otras personas menos polarizadas, mi aprendizaje vital e identidad se va moldeando.

La vida es un constaaaaante aprendizaje. Cada minuto cuenta, cada vivencia cuenta, cada interacción cuenta. De ahí la importancia del trabajo en prevención y de la premura al identificar y abordar dinámicas de maltrato.

¿Cómo trabajar el bullying?

Desde consulta, el acogimiento y vinculo completamente sano, acogedor y seguro será fundamental en la relación con la víctima y abusador. Debemos mostrarle la posibilidad experiencial y explícita de conocer y vincular de cero con personas respetuosas, sanas y con diferentes intereses y, aun así, con la capacidad de “ver al otro”.

Una vez establecidos los comienzos de una relación confiable, será necesario trabajar en diferentes áreas como el autoconcepto y autoestima, diferentes formas de relación desde las más inaceptables a las saludables, estrategias y formas de llevarlo a cabo, estrategias de defensa útiles… Sera fundamental el entrenamiento emocional: reconocer qué me pasa y la habilidad no sólo de ayudarme, si no de pedir ayuda; entrenamiento y desarrollo de la empatía.

En paralelo se llevaría a cabo el abordaje en profundidad de las heridas pasadas o actuales, el abordaje de todas las emociones presentes y los posos aún dañinos de las pasadas.

El abordaje se resumiría en tres grandes áreas:

Reparación del daño

Cese y protección ante relaciones dañinas

Creación de nuevas redes saludables

Y como padre o madre, ¿puedo ayudar a mi hijo a superar el bullying? ¿cómo puedo ayudarle?

Sí, por supuesto. Eres su pilar fundamental y la referencia inmediata de que hay salida, hay opciones y existen recursos.

En primer lugar si observas algo “raro”, muéstrate confiable, lo suficientemente preocupado como para darle importancia a lo que sea que esté ocurriendo (y a sus emociones), y lo suficientemente estable emocionalmente y disponible como para que se atreva a pedirte ayuda. En muchas cesiones no hablan y no piden ayuda por vergüenza a ser juzgados, por vergüenza a ser débiles y por miedo a hacer daño a sus familiares con todo lo que están viviendo. No quieren molestarte con ese peso tan horrible.

Por supuesto y ante la duda de que estén siendo “cosas de niños” o realmente graves, acude al lugar en cuestión e infórmate. Mejor pecar de “haber levantado la liebre por nada” y quedarnos tranquilos, a pecar de no llegar a tiempo.

Tu papel fundamental se resumirá en comprensión, escucha y acogida emocional activa, así como en activación conductual: denuncias, activación de protocolos y búsqueda de ayuda profesional especializada.

Como conclusión o cierre a todo lo anterior, hablando con la honestidad referenciada en el inicio: deseo que estas palabras no te hayan dejado completamente neutro. Ojalá te hayan dejado impactado o impactada ante la realidad que nos rodea, pero tranquilo, tranquila pues no reconoces nada cerca de los tuyos. Pero, si lo único que ahora notas es una incomodidad incomprensible conscientemente, cierta “resaca emocional” o clara preocupación por la identificación de criterios… es buen momento para ponerse en marcha. Habla con tu hijo o hija y se el referente y la figura de protección que necesita.

Igual de importante si encuentras familiaridad con la figura que ejerce el bullying, es todo puro aprendizaje y en nuestras manos está seguir construyendo una sociedad mejor.

Artículos relacionados

Tags: SaveaPsicologia

Más posts similares

 

Reserva tu primera sesión con un 25% de descuento.

*Promoción válida hasta el 31/12

Pide tu cita ahora