Psicología en la adolescencia
La adolescencia es un periodo tan bonito como convulso, no sólo para ti como madre, padre o familiar y los retos con los que te encuentras en esta guía y acompañamiento, sino para tus hijos y el día a día al que se enfrentan supeditados a cambios hormonales, corporales, personales y sociales.
A pesar de que comúnmente se habla de esta etapa como un periodo de rebeldía, es mucho más que eso.
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¿Cómo es la adolescencia?
Entender las necesidades emocionales de los hijos en la adolescencia y cómo poder atenderlas es fundamental en el desarrollo y transición hacía una vida adulta.
La adolescencia es la reestructuración psicológica que se apoya en la pubertad o fase de maduración corporal abrupta en la que el cuerpo del niño/niña transita hacia un cuerpo de hombre/mujer. De este modo y ante las modificaciones anatómicas y fisiológicas acontecidas, da comienzo la búsqueda de una identidad propia.
Deteniéndonos en los cambios objetivos y sujetos a la pubertad que se dan universalmente en los adolescentes, ya observamos que no es una “simple etapa difícil”. Añádele ahora que todo lo anterior se escapa por completo de su control y, en muchas ocasiones, de su propia deseabilidad; para, por último, observar ambos criterios desde una perspectiva de hiperalerta familiar, social y cultural.
En ocasiones se les exige ser lo suficientemente maduros y autónomos como para desarrollarse sin errar en el camino (“ya no eres un niño”), mientras que otras se les limita numerosas conductas de experimentación y búsqueda de libertad (“mientras que vivas en esta casa, harás lo que yo diga”).
A la vez, en otras muchas y atendiendo a esta necesidad de libertad y autonomía reclamada por ellos, se les otorgan muchos privilegios que antes de que te hayas dado cuenta, se han solidificado en derechos. En este punto el regular unos límites ajustados se vuelve una ardua tarea y, salir intacto de la misma como padres, casi imposible. Prácticamente cada decisión tomada por ti es sometida a escrutinio.
Se encuentran en una especie de vacío en el que ni son unos niños, ni son aún adultos responsables. Y tú, a su vez, en el mismo vacío en el que nunca se sabe cómo acertar.
¿Qué puedo esperar entonces de una adolescencia “normal”?
El cúmulo de factores mencionados inevitablemente dará lugar a una serie de rasgos característicos y normativos en esta etapa.
Qué esperar en la adolescencia a nivel emocional
- Inestabilidad afectiva: tan pronto parecen irritables y deprimidos, que entran en una euforia inexplicable
- Fluctuaciones sobre su propia imagen tanto física como psicológica, pasando intermitentemente por momentos de orgullo y devaluación
- Miedos asociados a las demandas de la vida adulta e independiente, con numerosas evitaciones a tareas o momentos simples como puede ser cambiar un artículo en una tienda
- Relacionado con lo anterior, un generalizado sentimiento de vergüenza ante tareas cotidianas, conectadas a una sensación vivida como real de estar siendo observados en cada movimiento y por todo el mundo
- Situaciones de inconsciencia ante el peligro, basada en el fenómeno llamado “fábula personal” o sensación de “esto no me va a pasar a mi”
Qué esperar a nivel cognitivo
- Ensoñaciones a futuro con numerosos momentos de expectativas poco realistas
- Cierta rigidez en valores tanto filosóficos como éticos y políticos recientemente adquiridos
- Búsqueda de respuestas absolutas y universales, entrando en determinadas cuestiones existenciales y sin salida
- Relación con las normas tensa y basada en la crítica, analizando y cuestionando su validez y eficacia, entrando en conflictos y dilemas “justicieros e idílicos”
Comienza a trabajar con tu hijo adolescente
Ayuda a tu hijo adolescente a identificar los problemas que tiene y ofrécele recursos para poder gestionarlos.
¿Cómo sé si mi hijo necesita un psicólogo?
Se encuentran en una edad en la que ellos mismos son conscientes de su propio estado emocional. Quizás no logren poner nombre o discernir si se sienten estresados, tristes o desesperanzados, sin embargo, sí tienen la capacidad de saber cómo les gustaría sentirse y observar que algo no va bien.
En este sentido y si os movéis en un clima comunicativo donde la expresión emocional ha tenido cabida, es posible que te lo pida directamente. Si esto ocurre pero tú piensas que no le hace falta o que no tiene verdadera importancia, ¡atiende su demanda!. Si algo no te cuadra en cuanto a lo que ves de él y la demanda que te ha hecho, es mucho más probable que finja en el día a día a que te haya mentido en ese momento de apertura y exposición íntima.
¿Qué signos deben alertarte?
En ocasiones los adolescentes no notifican los problemas que tienen, aquí tienes las principales razones por las que no piden ayuda.
- Vergüenza o falta de costumbre de hablar de emociones y sentimientos, tanto en su grupo social como en casa y el núcleo familiar
- Personalidad perfeccionista y cuidadora que evita constantemente preocupar o dar “dolores de cabeza” a los demás
Si alguna de dichas circunstancias te parecen afines a tu hijo o hija, atento a los siguientes signos que podrían indicar que algo está ocurriendo:
- Empieza a mostrar un disgusto “exagerado” hacia su propio cuerpo evitando lugares como la playa o la piscina o vistiendo repentinamente de forma excesivamente ancha
- Se obsesiona por temas de alimentación y conductas de adelgazamiento, incluyendo el deporte y actividad física excesiva
- Pasa horas y horas en videojuegos y detrás de una pantalla, siendo éste prácticamente su única vía de contacto social
- Se aísla del grupo de iguales o amigos de toda la vida para permanecer encerrado en casa o ir más de lo habitual con vosotros; o experimenta un abrupto cambio de grupo, el cual desconoces por completo y parece no facilitar que conozcas
- Se muestra constantemente malhumorado y tiene reacciones explosivas en casa, con amigos o incluso con llamadas de atención del centro escolar
- Cambio repentino en sus calificaciones y formas de relacionarse con el área académica
- Preocupaciones constantes sobre los mismos temas, entre los más comunes: la salud, la muerte, el rechazo, la traición…
- Señales de conductas autolesivas como cortes, arañazos o moratones; o mucho interés en tapar determinadas zonas de su cuerpo como antebrazos y muslos (lugar habitual en el que las esconden)
- Consumo de sustancias
¿Cómo puedo animarle a ir a terapia?
Si hay uno o varios criterios de los anteriores que te alarman, pero te da miedo mencionarlo sin las palabras oportunas y que, más que ayudarle, se cierre más en sí mismo, puedes intentar lo siguiente.
- En primer lugar sé transparente y coméntale que estás un poco preocupado por algunas circunstancias y te gustaría saber si se encuentra bien
- Si sabes que le cuesta abrirse en casa, lo cual sería perfectamente entendible, transmítele con tranquilidad la opción de que no seas tú quien sepa qué le ocurre y que entiendes que quiera intimidad, ofreciéndole ayuda de una persona completamente ajena
- Explícale en qué consiste esto “Será una persona que no tenga intención alguna en juzgarte, reñirte o exigirte. No esperará absolutamente nada de ti, tan sólo se mostrará muy atento a qué te está haciendo sentir mal y lo que necesitas para acompañarte a superar lo que esté ocurriendo. Además, guardará toda la confidencialidad del mundo y nosotros no sabremos más que lo estrictamente necesario”
- Trata de quitar todos los estigmas (horribles) que acompañan a esta profesión, muéstrale que es cada vez más habitual y que no tiene nada que ver con algunas de las “locuras” que a veces se dicen o se ven en ficción
- Muéstrale al profesional o profesionales en los que has pensado, que pueda verles físicamente, leer sobre ellos y sobre la terapia. Deja que chequee por sí mismo la naturalidad del proceso y de la figura que estará al otro lado
- Respeta sus miedos. Una vez iniciado este contacto, trata de no presionarle. Dile que lo piense tranquilo unos días y que, si no te dice algo, volverás a preguntarle qué decisión ha tomado
- Pre y post a la primera toma de contacto con el profesional, estará muy nervioso. Actúa con completa naturalidad como cualquier otro día, no es un día especial por comenzar un proceso terapéutico, si queremos que se relacione con este proceso con naturalidad, debemos incluirlo como tal en la rutina. Por supuesto, no le digas qué debe decir o temas tocar (a menos que te pregunte) ni le pidas un exhaustivo feedback al salir. Con un “¿Qué tal ha ido?” y su extensa o vaga respuesta, será más que suficiente
Principales trastornos y problemática en la adolescencia
Entre las problemáticas más tratadas se encuentran:
- Fobia social
- Trastorno de ansiedad
- Adicción a los videojuegos y redes sociales
- Depresión
- Trastorno negativista desafiante
- Consumo de sustancias
- Abandono escolar
- Dificultades en el control de la ira
- Trastornos de la conducta alimentaria
- Trastorno por déficit de atención e hiperactividad
- Bullying o situaciones de acoso
¿Cómo es la terapia con un adolescente?
Las primeras consultas tendrán el objetivo de ganarse su confianza. La confianza de un adolescente no sólo radica en los conocimientos o estrategias de intervención, sino en el vínculo. Necesitan sentir que eres lo suficientemente cercano como para entenderles sin juzgarles, no incurrir en más consejos o pautas que se saben de memoria, y que pueden estar 50 minutos contigo sin tener que medir qué palabras utilizan.
Necesitan sentir que están con algo así como “un amigo responsable y con conocimientos”: lo suficientemente amigo como para no hacer equipo en automático con otras figuras de autoridad, y lo suficientemente profesional como para guiarle de forma madura y funcional.
Por supuesto y una vez encuentran en el profesional un espacio seguro, el trabajo terapéutico se basará en los conocimientos más actualizados tanto del desarrollo adolescente como de las técnicas y dinámicas psicológicas más pioneras y eficaces.
El contacto con vosotros como padres o tutores se valorará en función de la edad del menor, del trabajo a realizar y del vínculo con el adolescente. No obstante, en todo momento se respetará su privacidad y fomentará la adquisición en primera persona de estrategias y vías de desarrollo, favoreciendo una autonomía funcional y sana. Y, a su vez, existirá un feedback continuado del proceso para que podáis ir viviendo los avances de su mano, así como para favorecer el trabajo con determinados aspectos a trabajar en el sistema familiar.
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