¿Qué es la ansiedad?
Uno de los síntomas más compartidos universalmente es la ansiedad. De hecho, y sin llegar a que dicho malestar cumpla los criterios como para tratarse de un trastorno, podríamos decir que todas las personas lo han vivido en algún momento de su vida, lo están viviendo o lo vivirán.
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¿Cómo puedes saber si estás sufriendo ansiedad?
Existen signos muy claros que nos indican su existencia, los más comunes son:
- Te observas constantemente pensando, de alguna forma sientes que no puedes dejar tu mente “en blanco” un sólo momento
- Estos pensamientos sueles dirigirlos a chequear aspectos o vivencias ya ocurridas tendiendo a detectar algo problemático, peligroso, insuficiente o vergonzante en ellas; o al contrario, te descubres analizando escenarios de futuro una y otra vez, como si tuvieras que transitar los diferentes caminos de lo que puede ocurrir y tus opciones
Lo anterior es algo que denominamos anticipación y pensamientos catastrofistas, y tienen la función de “ponernos a salvo”.
Por otro lado y en lo que respecta directamente a las sensaciones físicas:
- Notas que hay momentos donde respiras muy rápido y de forma poco profunda, es una sensación como de falta de aire e incluso de sentir que la garganta se estrecha
- La sensación de “losa en el pecho”, de algo que te oprime
- Puedes sentir náuseas en determinados momentos más concretos. Esto es menos constante pero, en situaciones estresantes y desagradables, aparecen con cierta facilidad
- Tu corazón se acelera y parece funcionar con más fuerza de lo normal, a veces incluso piensas que te puede estar dando un infarto
- Puedes sentir hormigueo en manos, brazos y piernas que, cuando es muy continuado, te hace sentir realmente incómodo, como si se durmieran con más frecuencia de lo habitual
- Corporalmente sueles notarte o has recibido muchos comentarios de “parecer tenso”, con músculos engarrotados y contracturas musculares frecuentes
- Dificultades en el sueño. Tardas mucho en conciliarlo y, cuando lo logras, tiende a ser ligero y con frecuentes despertares
Todos estos síntomas, además, los puedes vivenciar con una gran sensibilidad. Lo anterior se resume en una hiperalerta e hiperactivación en todos los sentidos. De nuevo, tienen el objetivo de “ponernos a salvo”.
Por supuesto, existen síntomas de ansiedad en tu forma de invertir el tiempo:
- Chequeas en internet el significado de sensaciones, síntomas… buscando respuestas que parece nunca acaban de llegar o, si llegan, sólo hacen que empeorar las cosas
- Analizas los planes de forma que todo esté lo más estudiado y controlado posible
- Te notas en interacciones sociales o actividades como “sin estar presente”, haciéndolo en piloto automático y a la vez estando mentalmente en un sinfín de cosas más
- Estás agitado y con muchos movimientos nerviosos de forma general
- La toma de decisiones se te hace un mundo, ejecutándolas finalmente tras muchas dudas, asesoramientos externos y con un miedo asociado muy grande. Mientras que en otras ocasiones actúas de forma impulsiva y reactiva, con sensación de pérdida de control momentánea
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¿A qué se deben estas respuestas sintomáticas?
Anteriormente he hablado en varias ocasiones de “ponernos a salvo” y es que la ansiedad es la respuesta que da el organismo ante cualquier estímulo que la persona pueda percibir como peligroso, activando de forma automática y sin control consciente una serie de mecanismos que probabilizan nuestra protección.
Funciona de forma muy similar al miedo con la diferencia de que en éste último la causa es conocida y acotada a un estímulo en concreto, por lo que la respuesta que genera estará enfocada y será ajustada a dicha causa. Por ejemplo: si me dan miedo las películas de terror, cambio de canal y el malestar desaparece de inmediato.
Sin embargo, en la ansiedad la causa precipitante no es clara, está poco definida y tiene más que ver con la interpretación catastrofista que hacemos de los hechos que de estos en sí mismos. De este modo, es difícil que despierte recursos de respuesta funcionales. Si realmente ese peligro no existe si no que “lo estás creando”, ¿Cómo vas a poder protegerte de él?
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Si está ahí para ayudarnos, ¿por qué es tan desagradable?
Esta sensación de indefensión ante un peligro percibido pero inexistente, genera una energía corporal que el cuerpo no puede focalizar en una estrategia defensiva, genera una energía que el cuerpo no puede consumir. Toda esta energía acumulada empieza a asociarse a un malestar físico cada vez mayor y a vivirlo con mucha incertidumbre: “qué me está ocurriendo”, con lo que el supuesto peligro percibido inicialmente se traslada ahora a los síntomas: es tu propia respuesta de ansiedad y la forma de evidenciarse la que comienzas a temer: es el miedo al miedo.
¿Es esto normal o te está ocurriendo algo?
La ansiedad es una respuesta normal del organismo para protegerte, pero puede convertirse en un problema cuando es desproporcionada al estímulo o se generaliza a múltiples situaciones.
Si está ahí para ayudarnos, ¿por qué es tan desagradable?
Esta sensación de indefensión ante un peligro percibido pero inexistente, genera una energía corporal que el cuerpo no puede focalizar en una estrategia defensiva, genera una energía que el cuerpo no puede consumir. Toda esta energía acumulada empieza a asociarse a un malestar físico cada vez mayor y a vivirlo con mucha incertidumbre: “qué me está ocurriendo”, con lo que el supuesto peligro percibido inicialmente se traslada ahora a los síntomas: es tu propia respuesta de ansiedad y la forma de evidenciarse la que comienzas a temer: es el miedo al miedo.
Por su carácter universal y como respuesta automática del organismo, las respuestas de ansiedad son completamente normales y, de hecho, lo peligroso sería que tu cuerpo no la pudiera generar. Al ser una respuesta desarrollada del miedo, igual que éste te pone a salvo de depredadores desde nuestro origen animal; la ansiedad te pone a salvo de peligros más desarrollados a la par de la evolución del ser humano.
El problema llega cuando, por determinados factores, las respuestas de ansiedad son desproporcionadas al estímulo o has tenido un proceso de aprendizaje en el que de un miedo concreto, has generalizado a un sinfín de miedos. Esto ocurre, por ejemplo, en las fobias: un día has podido encontrarte muy acalorado y agobiado en un centro comercial repleto de gente y, a raíz de ese momento, los sitios cerrados, pequeños o masificados empiezan a ser fuentes de malestar como el metro o el cine.
Trastornos principales de ansiedad
En función tanto del tiempo que lleves sintiendo lo anterior, como la amplitud del abanico de áreas en las que has comenzado a evitar o luchar para no sentirla, puede que hayas desarrollado criterios de otros cuadros clínicos.
Entre los más frecuentes encontramos:
- Fobias
- Trastorno Obsesivo Compulsivo
- Hipocondría
- Trastorno por Ansiedad Generalizada
- Ataques de pánico
De la ansiedad adaptativa a cuadros patológicos
Debido al miedo que han empezado a generarte los signos de ansiedad, es muy probable que de forma paulatina hayas empezado a evitar hacer ciertas cosas con el objetivo de huir de las respuestas emocionales y los pensamientos que conllevan. Es posible que sientas que estás en un punto donde la ansiedad se ha hecho con los mandos de tu vida y mientras, tú observas todo aquello que has ido dejando atrás con más malestar y cada vez con más miedo.
Evitar situaciones de peligro físico (montar en coche, volar, ir al dentista…), de peligro social (hacer una exposición, relacionarme con otras personas…) o peligro personal (volverme loco, perder el control) te ha llevado a restringir más y más tu propia vida, obstaculizando la consecución de objetivos vitales así como el desarrollo de otro tipo de experiencias agradables.
Se comienza así un efecto “bola de nieve”: a mayor evitación de estímulos y vivencias, menos momentos de entrenamiento de las propias habilidades, más sensación de incapacidad, aumento de la sensación y percepción de peligro y vuelta a empezar.
Tratamiento para la ansiedad
Toda la información aquí expuesta es una aproximación general y universal, con lo que una buena intervención requerirá de una evaluación completa.
Realizada la misma, se trabajará en paralelo desde diferentes perspectivas entre las que destacan:
Terapia de Aceptación y Compromiso como medio para entrenar la tolerancia a la ansiedad y sus síntomas; así como para dotarte de recursos que faciliten el camino de recuperar tu vida tal y como la deseas.
EMDR: En el caso de existir vivencias estresantes relacionadas con la ansiedad actual, se profundizará en las mismas sanando y desbloqueando los recuerdos disparadores, lo que te ayudará a vivir libre de aprendizajes disfuncionales.
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